Integrative Psychotherapy Articles
Los Desafíos del Cambio y del Crecimiento
Richard G. Erskine, PhD.
Institute for Integrative Psychotherapy
Traducido por: Igor Fernandez, Psicólogo
Conferencia Inaugural, Bilbao 4 de Julio, 2011
36º Congreso Mundial de Análisis Transaccional
"Crecer es duro. Nadie te dice nunca que crecer es duro ¡Pero crecer es duro!"
Ésta es parte de la letra de una canción pop adolescente de 1965 de Ginger and the Snaps. Es una canción que llama la atención porque su letra captura lo que cada uno de nosotros ha sentido en distintos momentos de nuestra vida: ¡crecer es duro!
Crecer, cambiar lo que es familiar, es "duro". Es un proceso incómodo porque puede que los comportamientos, hábitos y/o relaciones que a menudo han sido como una segunda naturaleza para nosotros, dejen de ser confiables. Los antiguos patrones de comportamiento y los hábitos, incluso las antiguas relaciones, ofrecen una estructura psicológica que da significado, continuidad y predictibilidad a nuestras vidas.
Los seres humanos nos esforzamos para mantener un sentido de estructura psicológica, que nos dé continuidad y predictibilidad. Anhelamos la regulación interna que nos da la consistencia y la continuidad. Nos esforzamos por tener una idea de lo que va a suceder en el futuro. Eric Berne llamó a estos esfuerzos y anhelos "hambre de estructura" y se refirió a ellos como "necesidades psicológicas". (1963, pág. 221)
Berne también identificó otras dos "necesidades particulares" (1966, pág. 230): hambre de estímulo y hambre de relación.
Estas tres "hambres" o "necesidades psicológicas" constituyen una teoría de la motivación del Análisis Transaccional (Erskine, 1998). Estas hambres no conscientes son las motivaciones que determinan las respuestas fisiológicas, afectivas, cognitivas y conductuales ante todas las situaciones de la vida.
Berne escribió que la única función del hambre de estructura es mantener el equilibrio (1964, pág. 18). Anhelamos el equilibrio, la estabilidad, la continuidad y la predictibilidad, anhelamos este tipo de estructuras mentales. Por lo tanto, el cambio es "algo duro". Cambiar es un desafío, es un proceso incómodo porque nuestra sensación de equilibrio se altera y perdemos la confianza en los comportamientos, hábitos o relaciones que a menudo han sido como una segunda naturaleza. Cambiar nuestras perspectivas personales, marcos de referencia, o creencias de guión es un desafío, y nos aferramos a estas estructuras mentales con el fin de mantener el equilibrio psicológico.
Estas estructuras nos dan un sentido de equilibrio al que los biólogos se refieren con el término homeostasis. La homeostasis es un principio biológico y psicológico que describe la tendencia de los organismos vivos a mantener el equilibrio y la estabilidad. Cuando las fuerzas externas del entorno estimulan el cambio demasiado rápido, hay una reacción innata que contrarresta las presiones hacia el cambio (Wolman, 1973). La homeostasis es lo opuesto al cambio y al crecimiento.
El crecimiento y el cambio son un desafío porque de los seres humanos tiran dos fuerzas opuestas: la homeostasis y la physis.
Crecer no es sólo algo duro, sino que también es inevitable. Estamos constantemente cambiando, creciendo, y evolucionando de uno u otro modo. El cambio siempre ocurre, incluso cuando no lo queremos. No podemos evitar el cambio y el crecimiento. Podemos luchar contra las oportunidades de crecer y podemos hacer intentos desesperados para resistirnos al cambio pero siempre hay en nosotros un impulso innato hacia el crecimiento. El organismo humano, y de hecho todos los organismos vivos, están en un continuo proceso de cambio, crecimiento y evolución al tiempo que tratan de mantener el equilibrio.
Physis es una palabra griega que describe la fuente de nuestro empuje interno para crecer. La palabra physis se refiere a la vitalidad y la energía implicada en la salud, la creatividad y la expansión de nuestros horizontes personales. En un reciente artículo de la revista de Análisis Transaccional, Bill Cornell resumió los escritos de Berne sobre la physis y la describió como la "capacidad inherente para desafiar las fuerzas de la aquiescencia", y lo relacionó con nuestro sentido de la "aspiración" (Cornell, 2010, pág. 244).
La physis es un empuje interno hacia la salud y el crecimiento, el impulso de hacer algo diferente y nuevo, la aspiración de ser completamente nosotros mismos, y elegir nuestro propio destino. Fritz Perls se refirió a este impulso como el que fomenta "la excitación y el crecimiento en la personalidad humana" (Perls, Hefferline y Goodman, 1951). Se dice que Santa Caterina de Sicilia describía el poder de la physis cuando dijo "Sé quien Dios quiso que fueras y prenderás fuego al mundo" (Chartres, 29 de abril, 2011).
La educación y la psicoterapia son posibles gracias a la physis, y debido a la homeostasis, la educación y la psicoterapia son necesarias. Sin homeostasis nos expandiríamos constantemente, cambiando y creciendo más allá de nuestra capacidad para mantener el equilibrio. Sin la physis, nos quedaríamos con lo que nos es familiar, mantendríamos viejos patrones e incluso nos estancaríamos.
El desafío de crecer -el desafío que enfrentan los profesionales que trabajan en campos como la psicoterapia, la educación y el desarrollo de las organizaciones- descansa sobre nuestra capacidad para ayudar a nuestros clientes y estudiantes a equilibrar las fuerzas gemelas de la pshysis y la homeostasis. Este desafío requiere que, en nuestro trabajo con los recursos humanos, respondamos ante la dos fuerzas internas que se oponen: que respetemos la manera única en que nuestros clientes o estudiantes dan sentido a su mundo, cómo organizan su experiencia, cómo hacen para estabilizarse a sí mismos, cómo su comportamiento puede parecer la mejor opción posible en una determinada situación; y también, que fomentemos su vitalidad, espontaneidad, creatividad y aspiraciones. Nuestro desafío profesional es fomentar el crecimiento.
"Cambio" ha sido una palabra importante en Análisis Transaccional. "¿Qué quieres cambiar?", "¿Cómo vas a saber tú y las personas que te rodean que has cambiado?" Éstas y otras preguntas similares reflejan cómo el énfasis en el cambio ha sido algo central en el Análisis Transaccional. En 1969 me sentí atraído por primera vez por el Análisis Transaccional porque el foco terapéutico estaba puesto en el cambio y el entendimiento del propio self. De hecho, la psicoterapia de AT que hice en los talleres con David Kupfer supuso un apoyo al cambio de mis comportamientos pasados de timidez y pasividad, hacia una nueva posición vital en la que yo era responsable de mis propios sentimientos e interacciones con los demás. El cambio fue y sigue siendo un aspecto central en el Análisis Transaccional. Sin embargo, cuando veo y escucho el AT en la práctica, me pregunto si se presta demasiada atención al cambio explícito y no suficiente a la forma única de la persona para dar significados, tratar de autorregularse, y a la historia e interacciones con otros. ¿Qué pensáis?
Si como psicoterapeutas, consejeros psicológicos, educadores o facilitadores del desarrollo organizacional subrayamos la necesidad del cambio de actitudes o comportamientos de nuestros clientes o estudiantes, entonces podemos crear una situación paradójica. En lugar de fomentar el crecimiento, estimulamos la reacción homeostática, en la que la persona permanecerá atrincherada en sus antiguos patrones de pensamiento y conducta, al tiempo que aparentemente cambia en la superficie. Cuanto más enfaticemos que la persona debe cambiar, tanto más puede esa persona aferrarse secretamente a viejas actitudes y comportamientos.
Personalmente me ha impresionado la teoría paradójica del cambio de Arnoldo Beisser (1971). Es una teoría simple que puede resultar obvia en nuestra propia vida. La teoría dice que el crecimiento psicológico ocurre cuando nosotros y otros a nuestro alrededor apreciamos quiénes somos. Una persona no crece realmente si se le coacciona o fuerza, incluso aunque esta coacción provenga de sí misma. Mucha gente viene a terapia insistiendo en cambiar alguna conducta o patrón de relación, y esperando convertirse en alguien diferente. Cuando se nos empuja al cambio, aunque seamos nosotros mismos, nos volvemos resistentes. Esa resistencia es un impulso inconsciente para mantener la homeostasis y el equilibrio. Paradójicamente, si la otra persona se muestra interesada por nuestra experiencia fenomenológica, es sensible a nuestro afecto y respeta la manera en que afrontamos las situaciones de la vida, entonces fomentan nuestro deseo de crecer. El crecimiento psicológico es paradójico: cuando aceptamos a las personas como son, en lugar de urgirles al cambio, se estimula su deseo inherente de crecer -physis-.
La práctica del Análisis Transaccional puede ser mucho más efectiva en el fomento del crecimiento psicológico si convertimos la experiencia fenomenológica y las necesidades relacionales de nuestros clientes y estudiantes en algo central en nuestra relación de trabajo. Fomentamos el crecimiento psicológico cuando entendemos y mostramos nuestro aprecio por los diferentes afectos, estilos de apego, maneras de dar significado, las posibilidades de sentirse avergonzados y las aspiraciones personales de nuestros clientes y estudiantes. Cuando honramos su forma de estar en el mundo, así como la de nuestros colegas, amigos y miembros de nuestra familia -parafraseando a Santa Caterina de Siena-, ayudamos al otro a a ser lo que pretende ser, de modo que pueda llevar al mundo el fuego de su energía, de su physis.
Me gustaría compartir aquí una historia sobre mi repentina reacción ante una petición de cambio y el arrebato de crecimiento psicológico que experimenté. No es una reacción homeostática como la que describe Arnald Beisser en su teoría paradójica del cambio, pero si fue un impulso para crecer. Durante mi entrenamiento como Analista Transaccional clínico para la formación y la supervisión, asistí a un taller. Quien dirigía el taller utilizaba mucho la confrontación acerca del comportamiento; el uso de la confrontación era destacado en la práctica del AT en aquellos años. Me confrontó sobre alguna conducta (no recuerdo cuál era). Me dolió y me sentí avergonzado. Pude sentir cómo me encogía por dentro y me adapté rápidamente. Entonces surgió en mí un sentimiento único de energía positiva. Sorprendí a todo el grupo y a mí mismo cuando me levanté y grité: "¡No trates de cambiarme hasta que no me conozcas!" Cuando me senté me giré a la mujer que estaba sentada junto a mí y dije: "y si me conociera realmente, no querría cambiarme".
Levantarme y gritar algo tan atrevido fue un momento maravilloso de crecimiento para mí, y un cambio mucho más importante que el que sugería quien dirigía el grupo. Defendí mi propia integridad. Expresé mi propia experiencia. Estaba siendo yo completamente, en lugar de encogerme o adaptarme. Fue una experiencia de actualización propia que ha permanecido conmigo todos estos años. No fue el tipo de cambio que requería el líder del taller, pero supuso un punto de giro en mi vida.
Esta importante experiencia de expresión propia ha influido en mi vida profesional y personal. Yo practico, escribo y enseño sobre la importancia de conocer la experiencia fenomenológica de nuestros clientes o estudiantes antes de dar explicaciones, hacer interpretaciones o involucrarnos en cambios conductuales o actitudinales. Habitualmente me digo a mí mismo: "no sé nada sobre la experiencia de esta otra persona". Por tanto, tengo que indagar e indagar a lo largo del tiempo para aprender y conocer realmente cómo es vivir su vida. Si comprendemos de verdad a la otra persona, entonces quizá no invirtamos tanto en hacer que cambie. En su lugar, les validamos y apreciamos tal como son. A esto se refería Carl Rogers con el concepto de mirada positiva incondicional (Rogers, 1951). Nuestro interés genuino por otras personas, valorándoles por quiénes son, y nuestra indagación sostenida sobre su experiencia, es la forma más elevada de lo que Claude Steiner llama "caricia" (1974). Es la aplicación de nuestra filosofía en Análisis Transaccional: Yo estoy Bien, Tú estás Bien.
He tratado de mantener mi experiencia personal en mente cuando trabajo con clientes cuyas actitudes o comportamientos son confusos o irritantes. Con clientes difíciles o inconsistentes, hacer una confrontación o insistir en el cambio aliviaría mi incomodidad pero más que probablemente ahogaría el crecimiento del cliente. Sé que presionarles para ser diferentes sólo produce un cambio superficial en el mejor de los casos. Si pretendo ser efectivo al facilitar su crecimiento psicológico, necesito ser sensible a quiénes son y ayudarles a apreciar la función de sus comportamientos, actitudes y patrones relacionales. Esto requiere que conozcamos realmente a la persona y valoremos su experiencia fenomenológica, patrones de apego y formas de afrontamiento. Este conocimiento y sintonía puede ser incómodo e irritante para nuestro propio equilibrio porque valorar la manera de otra persona de estar en el mundo, puede alterar nuestro marco de referencia. Carl Rogers reflejaba este proceso cuando escribió: "si voy a facilitar el crecimiento personal de otros en la relación conmigo, entonces yo debo crecer, lo que al mismo tiempo es a menudo doloroso y también enriquecedor" (1961, p.51).
No estoy sugiriendo que el Analista Transaccional deje de prestar atención o de explorar la necesidad de cambio en la vida de nuestros clientes y estudiantes. El cambio puede bien ser necesario: los clientes y estudiantes vienen a nosotros buscando ayuda para cambiar muchos aspectos de sus vidas. Sin embargo, estoy sugiriendo que nos tomemos el tiempo para conocer a nuestros clientes y estudiantes antes de enfatizar el cambio, y hacer de ésta la razón más importante por la que estamos juntos. Me he dado cuenta de que el cambio actitudinal y de conducta tiene lugar cuando atendemos a las funciones psicológicas del comportamiento de la persona. Los patrones incómodos de relación, las creencias de guión, y los antiguos patrones de comportamiento se enrocan en la vida de las personas porque sirven a una importante función psicológica, como la autorregulación, un seguro contra el estrés, una orientación relacional, o una distracción de los problemas propios.
Debido a que los antiguos patrones de relación, las creencias de guión, o los comportamientos sirven a una función en la vida de una persona, el crecimiento a menudo ocurre en pequeños incrementos. En la historia personal a la que he hecho referencia, parece que cambié rápidamente un comportamiento, y a nivel conductual lo hice. Pero ese cambio estaba cimentado en una psicoterapia efectiva desde el AT, que me permitió expresar mis sentimientos y necesidades, que mis ideas se aceptaran y valoraran por parte de un hombre significativo para mí, y poder valorar que la función de mi timidez y los comportamientos pasivos era controlar las reacciones de otras personas. Para la mayoría de nosotros el cambio tiene lugar poco a poco, en pequeños incrementos. Necesitamos tiempo para observar si nuestra conducta o creencia de guión es un problema, luego necesitamos más tiempo para pensar en la manera de cambiarlo, después necesitamos tiempo para probar nuevas formas de percibir o comportarnos, y entonces necesitamos tiempo adicional para notar nuestros éxitos y/o volver sobre los pasos previos antes de que el cambio sea duradero. Me he dado cuenta de que es efectivo normalizar los incrementos paulatinos de cambio de los clientes.
En el libro Guiones de Vida: Un Análisis Transaccional de los Patrones Relacionales Inconscientes (2010), Jim Allen ilustra el proceso co-creado que Carl Rogers describió: un proceso en el que tanto el cliente como el terapeuta crecen en la relación. Jim cuenta una intrigante historia sobre un hombre de ochenta años que se vio desafiado a crecer por la relación de aceptación que le ofreció el Dr. Allen. El cliente había estado deprimido la mayor parte de su vida. Jim le aceptó como era, le involucró en actividades sociales como esquiar y tocó el piano con él. Jim fue más allá del marco de trabajo de la psicoterapia en Análisis Transaccional. A medida que leía la presentación de este caso, me di cuenta de que el apoyo al crecimiento psicológico de este hombre provino de la aceptación de Jim, de su implicación emocional y de la voluntad de co-crear con el cliente un espacio terapéutico que permitió que sus esperanzas y sueños se hicieran realidad. Jim dio su apoyo a las aspiraciones de su cliente al ofrecerle una cualidad de relación que estimuló su physis: el impulso biológico a su crecimiento. Hablando con Jim también es evidente que su cliente tuvo un impacto personal enriquecedor en él y en su manera actual de ver la psicoterapia (Comunicación personal, 3 de mayo, 2011).
El caso de Jim Allen ilustra cómo el crecimiento se fomenta a través del contacto en la relación. Es probablemente la razón fundamental por la que la relación es una necesidad tan central para todos los humanos.
El proceso de crecimiento psicológico o de actualización de uno mismo, como Rogers lo enunciaba, requiere de una interacción de contacto con otros. En una relación terapéutica, como en el trabajo en educación o desarrollo organizacional, "debe haber esta sensación de que cada persona puede impactar en otra. Que el terapeuta competente va a tener un impacto en el cliente es algo evidente, el propósito de la terapia después de todo, es ayudar al cliente a crecer de algún modo. Al revés también es cierto: el terapeuta debe ser capaz de ser impactado por el cliente. Si el terapeuta está sintonizado e implicado adecuadamente, él o ella se va a ver afectado casi automáticamente por lo que el cliente dice, hace y siente" (Erskine, Moursound y Trautman, 1999, p.141). Como terapeutas, profesores o consejeros psicológicos, necesitamos permitir a nuestros clientes y estudiantes que nos impacten, que nos cambien de algún modo fundamental, que nos desafíen a crecer tanto personal como profesionalmente.
¿Cambiará y crecerá el Análisis Transaccional? La respuesta es "sí". Ha cambiado considerablemente desde que hace 50 años Berne publicó Análisis Transaccional en Psicoterapia en 1961 y continúa cambiando y desarrollándose. Hay varios conceptos que han resistido el examen del tiempo y también hay algunos conceptos y métodos nuevos que se están desarrollando por todo el mundo desde que Berne perfiló un conjunto útil de teorías; escribió muy poco sobre los métodos. Dejó para las futuras generaciones de Analistas Transaccionales el desarrollo y la expansión de la teoría y los métodos. La variedad de presentaciones en este congreso son un tributo al desarrollo de la teoría del AT y su práctica.
El significado original de evolución hace referencia a desplegar un rollo, un rollo que siempre está escribiéndose a medida que se despliega. La teoría y práctica del AT no está en el último estadio de su desarrollo. Es como ese rollo que se está escribiendo continuamente. Si prestamos atención a nuestros errores, escuchamos a nuestros clientes y estudiantes, y nos preguntamos sobre el porqué y el cómo hacemos nuestras intervenciones, abrimos la posibilidad para crear nuevos conceptos y métodos. Adelante, uníos a mi en este excitante Desafío de Crecer. Crecer profesionalmente NO es algo duro, es un desafío apasionante. ¡Gracias!
Richard G. Erskine P.h.D
Conferencia Inaugural del
36º Congreso Mundial de Análisis
Transaccional celebrada en Bilbao
7,8 y 9 de Julio 2011
Richard G. Erskine es Psicólogo Clínico, Didacta y Supervisor de nivel internacionalmente reconocido.
Ha escrito varios libros y numerosos artículos premiados por su importancia teórica y clínica para los avances de la psicoterapia.
Es fundador, pionero y teórico máximo de la Psicoterapia Integrativa, y en este congreso celebrado en Bilbao en la Universidad de Deusto recibió así mismo la Medalla de Oro de EATA por sus aportaciones científicas, su divulgación y enriquecimiento al Análisis Transaccional en Europa.
Actualmente reside y trabaja en Canadá, e imparte seminarios y conferencias en diversos países de Europa, Australia y América.